martes, 14 de mayo de 2013

Famatina.


El 7 de mayo se cumplieron doscientos años de la primera ley de fomento minero, hija directa del proyecto político redactado por Manuel Belgrano y Mariano Moreno, el plan de operaciones de la revolución de 1810.
Tres años después, la famosa y casi desconocida asamblea constituyente, bajo la presidencia de Juan Larrea, promovió aquella legislación que debía respetar una consigna básica: minería para la revolución y al servicio del pueblo de “la nueva y gloriosa Nación”, como decían los versos de aquella Marcha Patriótica que esa misma asamblea convertiría en himno nacional.
Dos siglos después, los intereses mineros están más vigentes que nunca en la Argentina pero de un modo diferente al imaginado por aquellos desesperados revolucionarios que fueron Belgrano y Moreno.
Ahora la minería tiene más que ver con el saqueo que con la idea de un desarrollo autónomo para lograr la felicidad del pueblo.
El gobernador riojano, Luis Beder Herrera, asumió su cargo con la promesa de luchar contra la megaminería y a favor del medio ambiente. Desde que es gobernador, su posición cambió: ahora reprime a favor de las multinacionales y en contra de los pueblos que no quieren quedarse sin agua ni con enfermedades.
Una vez más el pueblo de Famatina decidió protagonizar la historia, como lo hiciera en 1826, cuando la asamblea devino en montonera con el liderazgo de Facundo Quiroga y echó al ejército que envió el llamado primer presidente argentino, Bernardino Rivadavia, desde hacía dos años a sueldo de una empresa inglesa minera.
Desde entonces que Famatina no se toca.


Beder Herrera decidió visitar el poblado acompañado por los pesados que lo custodian en ocasión de celebrar las nuevas autoridades del PJ local. Parece mentira que todavía digan llamarse peronistas los que hacen todo lo contrario a lo escrito en los artículos 38 al 40 de la notable Constitución de 1949 que declaraba inembargables los recursos del subsuelo porque eran propiedad del pueblo argentino. Pero a ellos, los que hoy construyen su presente usando la sigla como si se tratara de una marca, poco les importan las contradicciones. Ellos, los de ahora, hacen negocios y nada más que negocios. Beder Herrera no fue. Pero si estaban sus celadores.
-Un minuto de silencio para el cura que está muerto – desafiaron a la Asamblea Ciudadana de Famatina que tiene en el cura párroco, Omar Quinteros, uno de sus más fieles aliados.
“Estaba todo armado, empezaron a tirar piedras y enseguida nos tiró la policía. Esto causa mucho estupor, mucha bronca. Los policías se nos reían en la cara”, dijo Miguel Arca, uno de los militantes que defiende el cerro, patrimonio de todas las familias de Famatina.
El resulto fueron quince heridos y cinco detenidos. Hasta el actual intendente, Ismael Bordagaray, fue reprimido.
En las próximas horas continuará la lucha histórica del pueblo en defensa de sus bienes comunes y, en forma simultánea, seguirán los gobiernos votados por la gente impulsando los negocios de las multinacionales en contra de los deseos de esa misma gente. Es la perversa lógica del sistema.
Mientras los poderosos quieren multiplicar su dinero, las familias que todos los días le ponen el cuerpo a la historia, defienden su lugar en el mundo frente a semejantes intereses depredadores.
Los quince heridos y cinco nuevos detenidos en Famatina regresan la urgencia de construir un tiempo donde los beneficiados sean las mayorías y no las minorías de siempre.
Carlos del Frade (APE)
 

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