Frente al Proyecto “Desarrollo sustentable del Delta Bonaerense” presentado por el Ministerio de Asuntos Agrarios, el cual fue considerado en “Consulta Pública Ambiental y Social” el pasado 31 de Octubre en la ciudad de Campana, la Presidente de la ONG “Centro Comunitario Abra Vieja”, Daiana Vazquez, presentó ante el Banco Interamericano de Desarrollo una nota crítica del proyecto, suscripta por el Lic. Fernando J. Del Giudice.
En un escrito de 14 páginas, los presentantes, en principio dejan constancia que si bien el título del proyecto aparenta alcanzar a todo el delta, esto no es así pues sólo beneficia a 283 productores ubicados en los Municipios de Campana y San Fernando. Proponen, que las obras proyectadas de limitado alcance social no se realicen, a menos que desde el BID se pretenda financiar la eliminación del delta como humedal y sustituirlo por áreas productivas semihúmedas rodeadas de ríos y con ello desarticular al Delta vaciando de contenido al concepto de “Sustentable”.
Según la nota, del análisis de los aspectos contenidos en la documentación soporte del proyecto, surgen comentarios que en muchos casos son erróneos; conceptos y afirmaciones apartados de la realidad deltaica tanto social como ambiental; inconsistencias y faltantes; contradicciones y en muchos casos afirmaciones sin respaldo ambiental y/o científico. Todo esto conforma un basamento inconveniente para la adecuada toma de decisiones tanto políticas como operativas, cuyos resultados serán de difícil reversión de no ser atendidas en tiempo y forma.
Según los presentantes de los cinco objetivos del proyecto, el componente ambiental aparece en 4° lugar y opinan, que esto es el fiel reflejo de la poca importancia que se le da al tema. Esto se confirma por una escuálida asignación de fondos al componente, que escasamente alcanza el 2,3 % del total del préstamo.
Dicen los presentantes, que el proyecto no tiene una sola línea que alcance soporte a la ecología de los ecosistemas involucrados en las áreas del proyecto. Se limita a una evaluación económica pero no ambiental, pues nada refiere de las energías naturales presentes en el ecosistema.”
“En el presupuesto de los alteos transitables y movimientos de suelo se lo cotiza a razón de 4,00 USD$/m3. Ese podrá ser el costo operativo bruto de una retroexcavadora, pero las excavaciones de los 30 m3 que reclama el perfil de la traza propuesta en el proyecto no es menor a USD$ 6,00 a 12,00/m3 de acuerdo a las exigencias de cargas y diseño”. Queda entonces sin definir quién absorberá la diferencia de costos de los alteos. Si el BID solo financiará el 80% del total del proyecto, la diferencia ¿a cargo de quién estará?
Según la nota, los alteos de + 5 m. no son sobrelevaciones “muy pequeñas”, en realidad coronan a + 0,70 m. sobre la histórica registrada. Si “en la práctica son inmensurables” para qué se le asignan más de USD$ 9.600.000, equivalente al 50% del total del proyecto? ¿Qué oculta el informe que pretende influir al desdeño de los alteos?
El punto más sensible del sistema productivo propuesto, es el del estímulo del bambú y la sustitución de sauzales por álamos. El verdadero problema de esta especie es su rusticidad. Suelen invadir no solo el suelo sino introducirse en tuberías de desagües, cámaras sépticas, entre otras preferencias, inclusive se han reportado rizomas saliendo por inodoros, además inutiliza suelos y dificulta su labranza.
El Delta presta servicios ambientales (depuración de agua, amortiguación de crecidas, fuente de recursos pesqueros, uso sostenible del junco, turismo, biodiversidad, y beneficia a más de más de 13 millones de personas). Todo eso se lo sustituye para mejorar las condiciones de vida de solo 283 productores, quienes explotan 4 especies exóticas de las cuales una de ellas es invasora. Irreconciliable hecho reñido con la razón, el sentido común y el ambiente
Para que este desastre sea posible se eliminará el 80% del humedal del delta en aras de una actividad que se supone se sostendrá en el tiempo. Difícilmente esto pueda ser compatibilizado con un criterio sustentable.
Si al BID le interesa al delta, dicen los presentantes, podemos compartir ese interés, siempre y cuando se acepte que este lugar requiere de criterios de gestión particulares y el debido respeto. Esperamos entonces que se asuma con seriedad, responsabilidad ambiental y social el concepto o estrategia de sustentabilidad que este cuestionado proyecto precariamente sostiene y cuya reformulación no puede resolverse solo con la revisión o ajuste de un simple documento.
De Ricardo Barbieri para el Tigre Verde.
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