Una problemática actual y no resuelta en la Argentina.
Por Julio Navoni y Valentina Olmos Cátedra de
Toxicología y Química Legal. Facultad de Farmacia y Bioquímica. UBA
El arsénico (As) es un elemento ubicuo ampliamente
distribuido en la naturaleza. Sus propiedades organolépticas lo hacen
imperceptible.
La mayor problemática respecto a este elemento es la
contaminación de las aguas, especialmente los acuíferos subterráneos (napas).
Estos cuerpos de agua están en contacto con rocas que contienen sales
inorgánicas de As en concentración variable. El As es transferido naturalmente
a las aguas por procesos de solubilización o lixiviación, contaminando los
recursos acuíferos. Consecuentemente, las poblaciones que consumen de estas
aguas, se encontrarán expuestas al As por tiempos prolongados y con una elevada
probabilidad de padecer sus efectos deletéreos.
La exposición humana al As, se produce por consumo de las
aguas con elevados contenidos y por la ingesta de alimentos preparados con
estas aguas o cultivados con aguas conteniendo el tóxico.
La intoxicación ambiental por As es conocida como
hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE) o arsenicosis. Varios
países, incluyendo a Chile, Bangladesh, China, India, México, Tailandia y
Estados Unidos de Norte América, han reconocido presentar esta problemática.
La contaminación ambiental por As vuelve al escenario
mundial, luego de que la comunidad científica internacional revelase la crítica
situación que se vivía en países asiáticos tales como India y Bangladesh.
En la década de 1970, en esa región se intentó paliar la
mortandad generada por el consumo de aguas contaminadas con microorganismos
patógenos, razón por la cual se estima que morían anualmente un cuarto de
millón de niños. Este hecho llevó a UNICEF y al Banco Mundial a destinar fondos
para la construcción de perforaciones con el objeto de suplir la fuente de agua
y así evitar tantas muertes. Varios años después, comenzaron a registrarse
centenares de afectados por la exposición crónica al As proveniente de estas
perforaciones, el cual no fue considerado al momento de evaluar la salubridad
de las aguas extraídas de éstas. Esta catástrofe se considera como la
intoxicación masiva más grande que se haya dado a nivel mundial y,
comparativamente, supera ampliamente el desastre radioactivo de Chernobyl.
En la actualidad, en materia de exposición ambiental al As,
se podría decir que el que busca encuentra. A pesar de que el As es reconocido
históricamente por sus propiedades tóxicas, el estudio del As es materia de
intensa actividad científica en busca definir regiones contaminadas y
comprender su toxicidad y verdadero poder patogénico.
Los síntomas del HACRE se caracterizan por una secuencia de
trastornos dermatológicos que incluyen la aparición de hiperhidrosis palmo
plantar (sudoración excesiva de pies y manos), hiperqueratosis palmo plantar
(aparición de callosidades en la misma región) y melanodermia (alteraciones en
la pigmentación de la piel). Con el tiempo las callosidades se agrietan y se
tornan dolorosas volviéndose invalidantes para la actividad normal de las
personas afectadas. Estos trastornos dermatológicos, pueden malignizarse
observándose posteriormente la aparición de distintos tipos de cánceres entre
ellos el de piel. Además de este tipo de cáncer, el As puede causar cáncer de
vejiga, pulmón, hígado, y riñón. La Agencia Internacional de
Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) categoriza al As
inorgánico dentro del grupo I, como una sustancia con comprobada acción
carcinogénica para el humano, sobre la base de evidencia epidemiológica.
Cada vez son más los trastornos de la salud asociados a la
exposición al As, dentro de los que se cuentan enfermedades pulmonares como la
bronquitis, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las bronquiectasias;
enfermedad del hígado como la fibrosis portal no cirrótica y otros desórdenes
como la polineuropatía, la enfermedad vascular periférica, la hipertensión, ciertos
trastornos cardíacos y la diabetes mellitus. Recientemente, la exposición al As
también fue asociada con retraso mental y discapacidades del desarrollo
cognitivo, alteraciones psicológicas, sensoriales y del habla en niños. Fueron
descriptos, además, efectos en la gestación, como el aumento de la mortalidad
fetal, neonatal y post-neonatal, el bajo peso al nacimiento, e incluso, la
presencia de anemia en la madre.
En la Argentina, la situación relacionada a la
contaminación ambiental con As es paradójica. Al principio del siglo XX se
definió en la Provincia de Córdoba la “Enfermedad de Bell Ville” la
cual; unos años después, se la redefiniría como HACRE. Casi cien años
transcurrieron desde el descubrimiento en nuestro país de la exposición
ambiental al As, y hoy todavía no se cuenta con información certera sobre la
magnitud de la población probablemente afectada.
Existe suficiente evidencia científica que indica que una
parte del territorio argentino presenta agua con niveles de As perjudiciales
para la salud (0,2 a 3,0 mg/l) y comparables con los niveles reportados en
las regiones asiáticas mencionadas. Por otra parte, restan muchas regiones que
aún no han sido exploradas por lo que la incertidumbre relacionada a la
problemática del HACRE en nuestro país sigue siendo grande.
En 2007, el Ministerio de Salud de la Nación publicó
los resultados del primer esbozo sobre la problemática a nivel nacional donde
se recopiló toda la información disponible, y se logró realizar un mapeo del
territorio por nivel de As en agua de consumo. Este documento puso de
manifiesto la vasta región del país con déficit de información acerca de los
niveles de As en sus recursos de agua. Además, mucha de la información volcada
en ese informe estaba desactualizada, ya que provenía de análisis realizados
varios años antes. El nivel de As en las napas puede variar a lo largo de los
años, con dependencia de las condiciones climáticas (lluvias y temperatura).
Otras actividades pueden modificar el escenario de la
contaminación con As, como es el caso de la megaminería. No hay datos en
nuestro país sobre el impacto ambiental que esta actividad provoca. La remoción
de grandes superficies de terreno, o el depósito de los desechos de la
actividad de obtención de metales preciosos, puede llevar a exponer reservorios
de minerales ricos en As, los cuales pueden contaminar las napas y los recursos
acuíferos de la región. Claros ejemplos del impacto de esta actividad, son los
reportados en varios países, tales como México, Brasil, Chile, Estados Unidos,
Australia y Canadá, entre otros.
Estos hechos revelan la necesidad de instrumentar un
programa periódico y permanente de vigilancia de los niveles de As en aguas,
para ampliar el mapa de relevamiento de zonas con As en los recursos hídricos y
para monitorear los cambios temporales en las concentraciones que se puedan
producir.
En 2007 se incorporó en el artículo 982, capítulo XII del
Código Alimentario Argentino, el estándar de As para agua de bebida de 0,01
mg/l, recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En ese artículo se estableció un plazo de cinco años para alcanzar ese estándar
de calidad, en regiones con altos contenidos de As. Lo contradictorio (por no
decir absurdo) de esta situación es que en gran parte de la Argentina aún
se desconocen los niveles de As en aguas de consumo. Recientemente, y habiendo
transcurrido los cinco años de gracia, se prorrogó por cinco años más el plazo
previsto anteriormente, “… hasta contar con los resultados del estudio
-Hidroarsenicismo y Saneamiento Básico en la República Argentina -Estudios
básicos para el establecimiento de criterios y prioridades sanitarias en
cobertura y calidad de aguas...”.
La problemática del hidroarsenicismo se observa mayormente
en población rural y dispersa; sin embargo, y a pesar del conocimiento de la
historia de hidroarsenicismo, en algunas regiones de nuestro país, en la
actualidad, existen centros urbanizados con niveles de As muy elevados en el
agua de bebida.
Resultados obtenidos recientemente por este grupo de
trabajo, en una región del noroeste de la Argentina (Santiago del
Estero-Chaco), indicaron que estas poblaciones ingieren As, y llegan a superar
más de treinta veces los valores máximos considerados “seguros”, y son lo niños
quienes resultan más expuestos y afectados por esta situación.
Mucho queda por comprender en cuanto a la toxicidad del As,
particularmente en regiones con niveles inferiores de exposición (niveles de As
en agua entre 0,01 y 0,2 mg/l) y con elevada densidad poblacional.
La cuestión es que las autoridades sanitarias tomen medidas
e implementen soluciones.
Existen diversas alternativas para sanear el agua
contaminada con As, dentro de las que se cuentan los procesos de
precipitación/floculación del As con sales de hierro o aluminio, la utilización
de resinas de intercambio iónico o la ósmosis inversa, entre otras. Medidas de
este tipo, sumadas a la instrumentación de programas de vigilancia de niveles
de As en aguas de consumo (vigilancia analítico-toxicológica) y de vigilancia
de manifestaciones clínicas relacionadas con la toxicidad del As (vigilancia
epidemiológica) constituyen herramientas fundamentales para que el problema del
HACRE, que cumple un siglo en nuestro país, comience por fin a ser historia.
Bibliografía consultada
Código Alimentario Argentino. Capítulo XII. Bebidas
hídricas, agua y aguas gasificadas Artículo 982. [en línea]. Disponible en:http://www.anmat.gov.ar/alimentos/codigoa/CAPITULO_XII.pdf [Actualizado
a abril 2007, consulta marzo 2010].
Código Alimentario Argentino. Capítulo XII. Bebidas
hídricas, agua y aguas gasificadas. Artículo 982. [en línea] Disponible
en:http://www.anmat.gov.ar/alimentos/codigoa/CAPITULO_XII.pdf [Actualizado
a abril 2012, consulta junio 2012]
International
Agency for Cancer Research (IARC). (1987). Monographs on the evaluation on
carcinogenic risks to humans. Overall Evaluations of Carcinogenicity to
Humans.Group 1: Carcinogenic to humans. Arsenic. [en linea].
Disponible enhttp://monographs.iarc.fr/ ENG/Classification/crthgr01.php
[consulta: junio 2012].
Notas relacionadas:
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