El fin de semana del 8 y 9 de enero de 2012 en la zona ribereña de Quilmes y Berazategui, aparecieron muertos miles de sábalos, carpas, bogas y lisas. El enorme cardumen llegó a cubrir 700 metros cuadrados de playa. Según fuentes oficiales se habrían asfixiado por la superpoblación de un alga marina, estimulada por el calor y la contaminación. Ambientalistas advierten que el fenómeno debe ser controlado.
Fuentes oficiales aseguran que el extremo calor y la baja del agua restaron oxígeno al cauce, lo que produjo la asfixia de los cardúmenes. Sin embargo, ambientalistas de la zona advirtieron que el fenómeno tiene un precursor invisible: la contaminación industrial y hogareña, que favorece el crecimiento de esa vegetación parasitaria.
“La mortandad fue producto del afloramiento de algas provocado por las altas temperaturas ambientales, lo que produce una drástica reducción en los niveles de oxigeno disueltos en el agua, causando la muerte de peces por hipoxia”, fue lo que difundió la Municipalidad de Berazategui el viernes por la tarde, cuando los primeros ejemplares aparecieron. La conclusión fue obtenida de “primeros resultados” de las muestras tomadas por especialistas del Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS), que además indicaron que el agua “estaba más caliente” de lo ordinario.
Según algunos técnicos, que se trata de un fenómeno normal en casos de espejos de volúmenes bajos, como lagunas o arroyos, pero es infrecuente en un río como el de La Plata. En el mismo sentido, Nieves Baldasini (del Foro Regional por la Defensa del Río de la Plata, la salud y el Medio Ambiente) advirtió que si bien concuerda en que fue la falta de oxígeno lo que provocó las muertes, la proliferación de algas se debe a la contaminación que sigue afectando al zona, pese a los intentos de recuperar los ríos La Matanza y Riachuelo, que vierten en el estuario platense.
Tal como sucedió en el último de eso afluentes, en el Río de la Plata la contaminación “industrial y doméstica -es decir, desechos no tratados y cloacales- es funcional a la floración de esos bancos, que compiten con las plantas de los humedales cercanos, los cuales en muchos casos se encuentran en peligro por la especulación inmobiliaria.
La flora propia de la costa es “competencia” natural de esos fitoorganismos y es la que regula que el agua sea apta para que los peces puedan respirar en ella. Si no son preservadas, los antígenos superarán a las defensas y los peces podrían erradicarse, como en el Riachuelo. “El tema clave no es limpiarlo sino dejar de contaminarlo”, graficó Baldasini.
De Ricardo Barbieri para el Tigre Verde.
1 comentario:
el dia que se corte el ultimo arbol.se mate el ultimo pez ,el hombre se dara cuenta que no puede comerse el dinero.viviana de mar del plata.y nativa isleña.Del rio san antonio.primera seccion islas del delta.
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