El delta del Paraná es un humedal de 1.700.000 hectáreas, que se extiende desde Diamante hasta el Río de la Plata. En el mes de abril de 2008, se incendió premeditadamente entre el 7% y el 8% de todo este ecosistema.
En la zona de los incendios no hay ríos importantes, sino cursos de agua que en cierta época del año se secan y permiten acceder a las islas. Allí crecen pastos nativos de valor forrajero, y por eso se destinan a la cría de ganado. Efectivamente, en los bordes de los humedales del Paraná en épocas de sequía, comenzó a trasladarse el ganado para que siga alimentándose con el forraje de islas.
Pero desde hace unos pocos años atrás, se produjo en esta transferencia un impresionante cambio de escala. En esos terrenos, hace seis años, se criaban unas 15.000 cabezas de ganado vacuno. Debido a la expansión agrícola producida por el boom de la soja a expensas de los últimos ecosistemas nativos, a principios del mes de abril de 2008 existían 300.000 cabezas de ganado en campos de Ibicuy; unas 150.000 en islas del departamento Gualeguay y cerca de 180.000 en la zona isleña ubicada entre Victoria y Rosario.
En las islas del Paraná la quema de pastizales constituye una práctica ancestral. No obstante ello a la luz del conocimiento actual sobre conservación del suelo, protección de la biodiversidad y mitigación del cambio climático, no hay duda de que se trata de una práctica perimida e irresponsable.
En la zona de los incendios no hay ríos importantes, sino cursos de agua que en cierta época del año se secan y permiten acceder a las islas. Allí crecen pastos nativos de valor forrajero, y por eso se destinan a la cría de ganado. Efectivamente, en los bordes de los humedales del Paraná en épocas de sequía, comenzó a trasladarse el ganado para que siga alimentándose con el forraje de islas.
Pero desde hace unos pocos años atrás, se produjo en esta transferencia un impresionante cambio de escala. En esos terrenos, hace seis años, se criaban unas 15.000 cabezas de ganado vacuno. Debido a la expansión agrícola producida por el boom de la soja a expensas de los últimos ecosistemas nativos, a principios del mes de abril de 2008 existían 300.000 cabezas de ganado en campos de Ibicuy; unas 150.000 en islas del departamento Gualeguay y cerca de 180.000 en la zona isleña ubicada entre Victoria y Rosario.
En las islas del Paraná la quema de pastizales constituye una práctica ancestral. No obstante ello a la luz del conocimiento actual sobre conservación del suelo, protección de la biodiversidad y mitigación del cambio climático, no hay duda de que se trata de una práctica perimida e irresponsable.
El fuego se utiliza para preparar los terrenos para plantaciones forestales, pero sobre todo para quemar pastizales sin valor forrajero. Efectivamente, el fuego permite a muy bajo costo, reducir especies como la cortadera y el junco, y beneficiar el crecimiento del ray grass o cebadilla criolla. En esta época, la quema favorece el rebrote de otoño, y terminando el invierno favorece el rebrote de primavera-verano.
Más allá de lo que determinan las normas y lo negativo y peligroso de este sistema de limpieza de terrenos, el procedimiento para provocar el incendio, generalmente es el de arrastrar con una cadena, una goma de automóvil previamente incendiada, con un tractor u otro vehículo. Los frentes de incendio así provocados, pueden llegar a abarcar varios kilómetros. La costumbre es planificar la quema, prender en un sector, esperar que se apague y luego encender en otro lado.
En esta ocasión, y ya iniciada la lucha contra el fuego, los incendios intencionales siguieron provocándose en forma sistemática. A principios de abril de 2008, cuando se inició este desastre, había solo tres focos. Luego con el transcurso de los días, llegó a haber 550 en actividad.
Llegaron a incendiarse intencionalmente 292 pastizales a la vez. En menos de un mes las hectáreas afectadas por el incendio fueron 70.000, lo que equivale a tres veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires. Esta área, evidentemente representa el espacio que los responsables intelectuales de esta catástrofe, han decidido ganar para el cultivo de la soja, en detrimento de la producción ganadera.
Más allá de lo que determinan las normas y lo negativo y peligroso de este sistema de limpieza de terrenos, el procedimiento para provocar el incendio, generalmente es el de arrastrar con una cadena, una goma de automóvil previamente incendiada, con un tractor u otro vehículo. Los frentes de incendio así provocados, pueden llegar a abarcar varios kilómetros. La costumbre es planificar la quema, prender en un sector, esperar que se apague y luego encender en otro lado.
En esta ocasión, y ya iniciada la lucha contra el fuego, los incendios intencionales siguieron provocándose en forma sistemática. A principios de abril de 2008, cuando se inició este desastre, había solo tres focos. Luego con el transcurso de los días, llegó a haber 550 en actividad.
Llegaron a incendiarse intencionalmente 292 pastizales a la vez. En menos de un mes las hectáreas afectadas por el incendio fueron 70.000, lo que equivale a tres veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires. Esta área, evidentemente representa el espacio que los responsables intelectuales de esta catástrofe, han decidido ganar para el cultivo de la soja, en detrimento de la producción ganadera.
A mediados de marzo, las municipalidades de los partidos bonaerenses ribereños y la ciudades entrerrianas de Victoria y Gualeguay, pusieron especial énfasis en informar y pedir a los isleños, propietarios y arrendatarios de islas, que dada la persistente sequía que afecta al sur de Entre Ríos y norte de Bs.As., se abstuvieran de quemar pastizales, e inclusive mantuvieron reuniones con los principales propietarios y/o arrendatarios donde estos, se comprometieron a no quemar pastizales.
El INTA por su parte, informo a los productores que dado el nivel de sequía imperante, una quemazón de paja y restos leñosos seria de tal magnitud, que se verían afectados los pastos de invierno.
Desde la sanción de la ley provincial 9.603, todas las islas fiscales de la provincia de Entre Ríos se sometieron a un régimen de arrendamiento para el desarrollo de las actividades ganaderas, apícolas y/o a aquellas vinculadas a proyectos de inversión para la prestación de servicios turísticos.
Los contratos suscriptos por la provincia de Entre Ríos con quienes se han incorporado a este sistema de arrendamientos, establece la “prohibición de desmonte, tala o quema de pastizales y todo tipo de forestación”. No obstante lo ante dicho, se sabe que los incendios de pastizales son en alguna forma consentidos por las autoridades competentes, puesto que de ello depende hoy, buena parte de la producción ganadera.
El INTA por su parte, informo a los productores que dado el nivel de sequía imperante, una quemazón de paja y restos leñosos seria de tal magnitud, que se verían afectados los pastos de invierno.
Desde la sanción de la ley provincial 9.603, todas las islas fiscales de la provincia de Entre Ríos se sometieron a un régimen de arrendamiento para el desarrollo de las actividades ganaderas, apícolas y/o a aquellas vinculadas a proyectos de inversión para la prestación de servicios turísticos.
Los contratos suscriptos por la provincia de Entre Ríos con quienes se han incorporado a este sistema de arrendamientos, establece la “prohibición de desmonte, tala o quema de pastizales y todo tipo de forestación”. No obstante lo ante dicho, se sabe que los incendios de pastizales son en alguna forma consentidos por las autoridades competentes, puesto que de ello depende hoy, buena parte de la producción ganadera.
La quema intencional de vegetación registrada en las provincias de Buenos Aires, Santa fe y Entre Ríos (particularmente zona del Delta) es una actividad definitivamente negativa y riesgosa que:
1. Destruyó el sistema de regeneración de suelos de un ecosistema único por su dinámica ecológica, en particular por la reiteración de los procesos de quema, empobreciéndolos y facilitando procesos erosivos posteriores, tanto por acción del viento (erosión eólica) como de la lluvia y el agua de escorrentía (erosión hidráulica). Para entender esto, hay que tener en cuenta, que este sistema actúa como una valiosa trampa de sedimentos, nutrientes y especies vivas, que regula positivamente las variaciones de los ríos aportantes, y provee adecuada amortiguación ambiental de inundaciones y sequías prolongadas.
2. El incendio habría producido daños enormes y en muchos casos irreparables de la fauna nativa (sobre todo aves) y de la flora nativa.
3. Movilizó y depositó, variados contaminantes en suelo y fuentes de agua que aún después de disipadas las nubes, seguirán provocando efectos negativos en la salud de las personas y los ecosistemas.
4. Habría contribuido a provocar accidentes viales con lesionados y muertes, por pérdida de visibilidad y afectación de los conductores de vehículos públicos y privados.
5. Generó disturbios y alteraciones en la vida cotidiana de la sociedad y su economía, impidiendo el libre tránsito ciudadano, demorando los flujos de transporte de mercancías, suspendiendo transitoriamente y demorando el ingreso y partida de ómnibus interprovinciales y vuelos regulares de la aviación privada.
Hasta aquí los hechos. A partir de aquí, según nuestros deseos, todos estamos en condiciones de iniciar el proceso de determinar responsabilidades y culpas.
1. Destruyó el sistema de regeneración de suelos de un ecosistema único por su dinámica ecológica, en particular por la reiteración de los procesos de quema, empobreciéndolos y facilitando procesos erosivos posteriores, tanto por acción del viento (erosión eólica) como de la lluvia y el agua de escorrentía (erosión hidráulica). Para entender esto, hay que tener en cuenta, que este sistema actúa como una valiosa trampa de sedimentos, nutrientes y especies vivas, que regula positivamente las variaciones de los ríos aportantes, y provee adecuada amortiguación ambiental de inundaciones y sequías prolongadas.
2. El incendio habría producido daños enormes y en muchos casos irreparables de la fauna nativa (sobre todo aves) y de la flora nativa.
3. Movilizó y depositó, variados contaminantes en suelo y fuentes de agua que aún después de disipadas las nubes, seguirán provocando efectos negativos en la salud de las personas y los ecosistemas.
4. Habría contribuido a provocar accidentes viales con lesionados y muertes, por pérdida de visibilidad y afectación de los conductores de vehículos públicos y privados.
5. Generó disturbios y alteraciones en la vida cotidiana de la sociedad y su economía, impidiendo el libre tránsito ciudadano, demorando los flujos de transporte de mercancías, suspendiendo transitoriamente y demorando el ingreso y partida de ómnibus interprovinciales y vuelos regulares de la aviación privada.
Hasta aquí los hechos. A partir de aquí, según nuestros deseos, todos estamos en condiciones de iniciar el proceso de determinar responsabilidades y culpas.