La Universidad Nacional de La Plata anunció la puesta en marcha
del complejo, capaz de procesar 80 kilos de pilas por mes, equivalente al
consumo de una población de unos 8.000 habitantes ¿Qué hacer con las pilas que
ya no sirven? Es una pregunta con pocas respuestas en la Argentina, donde solo
la Ciudad de Buenos Aires cuenta con un plan de recolección. En el resto del
territorio la competencia recae sobre cada municipio, pero es poco lo que se
hace.
La Universidad Nacional de La Plata (UNLP), sin embargo,
logró un importante avance: la puesta en marcha de la primera planta de reciclado
de pilas de la Argentina.
Funciona a pocos kilómetros del centro de La Plata, en
Gonnet, en la Plapimu-Laseisic (Planta Piloto Multipropósito y Laboratorio de
Servicios a la Industria y al Sistema Científico), un centro de investigación y
desarrollo de diferentes proyectos perteneciente a la Facultad de Ciencias
Exactas de la UNLP y a la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la
provincia de Buenos Aires.
"La planta fue concebida, diseñada e instalada con un
método simple, económico y absolutamente sustentable", destacó el doctor
en química Horacio Thomas, a cargo de la Planta y director del laboratorio.
"La idea fue desarrollar un proceso que permitiera
recuperar los metales presentes en las pilas agotadas, logrando un doble
propósito: evitar la contaminación de suelos y aguas subterráneas y al mismo
tiempo recuperar los metales para su reutilización, disminuyendo la explotación
minera y la contaminación en la producción de los mismos".
El proyecto tuvo su inicio en 2012 como una prueba piloto y
recién ahora está completamente operativa. El desarrollo de la planta tiene un
costo de 400.000 pesos.
La Planta Piloto Multipropósito no es un centro de acopio de
pilas sino un laboratorio de investigación y desarrollo que tiene por finalidad
el cuidado del medio ambiente. A futuro, se espera que la tecnología empleada
allí pueda ser aplicada en distintas provincias.
Thomas informó que en el municipio bonaerense de Pellegrini
se encuentran trabajando en la construcción de una planta de tratamiento de
residuos sólidos y urbanos junto con la Autoridad del Agua de la Provincia, en
la cual se incluirá una planta de tratamiento de pilas para ese municipio de
5.000 habitantes.
"Es importante que los municipios asuman el compromiso
del cuidado del medio ambiente, consideramos que los costos de instalación son
bajos y el beneficio de proteger nuestra tierra es muy alto", explicó.
La problemática
Al término de su vida útil, las pilas son consideradas
residuos peligrosos. Al ser desechadas junto con la basura doméstica, ocasionan
graves daños a la salud y al medio ambiente debido a los materiales químicos
que contienen.
Entre los metales que contienen se encuentran el mercurio,
cadmio, plomo, zinc, manganeso y litio. De acuerdo con Greenpeace, el 30% de su
contenido son materiales que causan daños a la salud y el medio ambiente.
"En la Argentina, cuando una pila ya no sirve se la
tira junto con la basura domiciliaria y termina en rellenos o basurales a cielo
abierto. Con el paso de tiempo y por descomposición, sus elementos se oxidan y
derraman diferentes tóxicos en el suelo, agua y aire. Lo mismo sucede cuando se
quema en basureros o se incinera", detalló la organización.
"La disposición final de las pilas agotadas constituye
un problema ambiental serio, tanto por su magnitud, como por la escasez de
alternativas viables, desde el punto de vista ambiental, social o económico",
remarcó Thomas.
El reciclado
La UNLP explicó que el primer paso del proceso comprende la
clasificación por tamaño de las pilas alcalinas agotadas: chicas (AAA),
medianas (AA), grande (C) y más grandes (D). La Planta no procesa pilas
reciclables.
Mediante un método artesanal, se corta la carcasa de hierro
que recubre las pilas. Una vez abiertas se recuperan los diferentes
componentes: cobertura de acero, algo de papel, el barro interno (debido a que
tiene una gran cantidad de carbón), y los metales que se reutilizan como el
zinc y el manganeso.
Una vez separados, se tratan en una solución de ácido
sulfúrico generada por un proceso biotecnológico. En la industria, el método de
generación de ácido sulfúrico es contaminante, pero la UNLP logró "obtenerlo
utilizando biorreactores de producción biológica", destacó el doctor en
química.
La producción microbiológicamente catalizada de ácido
sulfúrico tiene ventajas sobre el empleo de ácido comercial porque es
ambientalmente amigable, trabaja a temperatura ambiente y presión normal,
utiliza cantidades mínimas de agua, produce ácido a la concentración adecuada
para su uso, evitando el transporte de sustancias peligrosas.
Finalmente, el proceso logra separar por precipitación los
distintos componentes que pueden reutilizarse, obteniendo finalmente óxido de
manganeso y carbonato de zinc. El primero puede utilizarse para fabricar acero
y el segundo es aplicado en la industria alimenticia, farmacéutica, naval y
hasta en la construcción.
Los metales recuperados pueden ser reinsertados en la
industria para su uso. De esta manera se transforma un residuo tóxico en algo
aprovechable de diversas maneras.
Referencia: http://www.360digital.com.ar
Notas relacionadas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario