Vecinos de Tigre reclamaron en la entrada del Centro
Comercial Nordelta que se prohíba la construcción de nuevos countries por “el
daño ambiental, social y al patrimonio cultural” que esos proyectos causan.
La protesta fue convocada por la Asamblea de Vecinos
Inundados de Tigre y el Movimiento en Defensa de La Pacha, organizaciones que
en noviembre de 2014 presentaron un proyecto de ordenanza para que se prohíba
la construcción de nuevos barrios privados, con el respaldo de académicos y
expertos en temas ambientales y urbanísticos.
“El municipio cajoneó nuestro proyecto, no tuvo interés en
debatirlo y cuando anunciamos un plan de lucha el pasado 15 de mayo, respondió
aprobando una excepción al código de zonificación -que no permitía edificios de
más de 20 metros de altura-, para que se pueda construir 'Remeros Beach', un
emprendimiento de 16 hectáreas, 3 torres y una laguna privada muy cerca de
Nordelta”, explicó a Télam Valentín Palma Callamullo, vocero de del Movimiento
en Defensa de la Pacha.
El avance de los barrios cerrados -hay más de 60- implicó
"mayores inundaciones, pérdida de calles y lugares públicos” en una zona
de humedales y "el hacinamiento de los sectores populares a los cuales
sólo les queda un porcentaje mínimo de tierras para habitar”, dado que “casi el
46 por ciento del territorio continental de Tigre está en manos de barrios
privados donde vive menos del 5 por ciento de la población del municipio”,
indicaron.
“Desde hace 2 años y medio, cada vez que llueve rogamos que
no sea demasiado porque el agua entra a las casas, todo se inunda y nadie se
responsabiliza por eso, como pasó en noviembre pasado”, aseguró a Télam Matías
Duarte, de la Asamblea de Vecinos Inundados de Tigre.
Duarte aseguró que la responsabilidad es del municipio, que
hace oídos sordos a la problemática para privilegiar “un negociado
inmobiliario”.
El caso más paradigmático, apuntó, es el del barrio Las
Tunas, “que quedó rodeado de barrios privados, y cada vez que llueve se llena
de agua”, sufriendo las consecuencias sus 42.000 habitantes. Y otro tanto
ocurre en barrios como Parque San Lorenzo, Rincón de Milberg y los Troncos del
Talar.
“Las inundaciones se agravaron porque, al rellenar los
humedales, los barrios privados están eliminando este recurso que actúa como
filtros naturales de agua dulce y como esponja que absorbe el exceso de agua
por lluvia o marea”, dijo Callamullo.
Al no existir este regulador natural, “el agua ahora se
desparrama a los barrios aledaños” a partir de “desagotes ilegales” que construyen
en los countries.
El dirigente indígena se quejó además de que, a pesar de que
los propietarios de lotes dentro de estos barrios “son gente de altos recursos
que ni siquiera son vecinos de Tigre”, el municipio “invierte todos los
recursos para ellos, mientras que en Villa La Ñata no repara terraplenes ni
hace obras para prevenir la inundación y aumenta los impuestos inmobiliarios”.
La construcción de Nordelta implicó, por otro lado, la
destrucción de un cementerio ancestral conocido como “sitio arqueológico Arroyo
Sarandí”, de 1.300 años de antigüedad.
Además, "están desapareciendo restos humanos que
descansan acá desde hace mil años, como es el caso de los 43 cuerpos del
rescatados de Arroyo Sarandí que no sabemos dónde están”, dijo Callamullo y
pidió "que no destruyan ningún otro yacimiento, que trabajen con las
agrupaciones indígenas para ver cómo reparar el daño y cuando hallen uno que
consulten cómo preservarlo”.
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