lunes, 14 de mayo de 2018

Dale con el glifosato

Detectan glifosato en el 40 % de los lagos pampeanos bonaerenses

El dato surge de un estudio reciente del INTECH y el CIMA que comenzó en 2015 y contó con seis campañas de muestreo, en las que se examinaron un total de 52 lagos y lagunas. La OMS define como cancerígeno probable al herbicida.

En Argentina se fumigan a diario decenas de escuelas rurales, los tumores y las malformaciones se reproducen en todos los pueblos donde se practica la agricultura industrial, y los agroquímicos están presentes en la mayoría de los alimentos que consumimos, por lo que también llegan hasta nuestra sangre y nuestros desechos.  
Uno de los grandes responsables de esta situación es el glifosato, un herbicida diseñado para matar malezas y todo un emblema del sistema productivo vigente, que en el país está más presente que en cualquier otro. Hasta 1996, cuando fue autorizado el ingreso de la soja transgénica, se utilizaban en promedio 3 kilos de glifosato por hectárea. Hoy, en cambio, se emplean 12.
Alarmados por este incremento notable, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH – Dr. Raúl Ricardo Alfonsín) y del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente de La Plata (CIMA) decidió realizar una investigación sobre la acumulación de glifosato en los lagos de la región pampeana y descubrió que hay trazas de glifosato en el 40 % de los lagos pampeanos. El herbicida está considerado cancerígeno probable para humanos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).  
“Los resultados ponen en evidencia los manejos del sistema de producción actual, que responde a la implementación de cultivos modificados y al uso masivo de agroquímicos”, explica Manuel Castro Berman, quien encabezó la investigación, que fue incluida dentro de su tesis doctoral.
El estudio comenzó en 2015 y contó con seis campañas de muestreo, en las que se examinaron un total de 52 lagos y lagunas. Según los resultados de las muestras, la mayor parte de la concentración de glifosato y de su principal producto de degradación (AMPA) estuvo en sedimentos y aguas superficiales, y superó a la acumulación que se obtuvo de las partículas suspendidas (SPM).
Una vez que llega a un curso de agua, el glifosato también cumple su función de atacar a las plantas de manera similar a la que ocurre en los campos. El especialista, en ese sentido, alerta que “uno de los organismos más afectados por el herbicida son las algas, que son productores primarios esenciales e intervienen directamente en la estructura de los lagos”.
Durante las últimas dos décadas, la Pampa húmeda se convirtió en el epicentro del desarrollo de la agricultura industrial de la Argentina, un país en donde se vierten alrededor de 400 millones de litros de glifosato al año. Por vía terrestre o aérea, hoy todos los campos transgénicos de soja, maíz y algodón son rociados con este herbicida para que sólo crezcan los cultivos genéticamente modificados.
“A los organismos que están expuestos, los afecta tanto a nivel individual como grupal. Es muy posible que una vez que el glifosato llega a un determinado ecosistema, este nunca vuelva a ser el mismo, incluso si es saneado”, afirma Castro Berman, que contó con el apoyo del químico especializado en contaminación ambiental Damián Marino y de los biólogos especializados en ecología María Victoria Quiroga y Horacio Zagarese.
Tanto los lagos como las lagunas, son ecosistemas dominantes e imprescindibles en la región pampeana. Por un lado, son utilizados como fuentes de agua potable que abastecen a numerosas ciudades de la región. Y además, representan un sustento clave para las economías regionales gracias a los recursos turísticos y recreativos que ofrecen.     
“El glifosato está presente en aguas dulces que se utilizan para el consumo humano, como ocurre con el Dique Paso de las Piedras (un embalse situado en la zona sudoeste que forma un lago artificial), cuya situación es realmente preocupante, y también en cuencas que están integradas a balnearios o complejos de esparcimiento, como en el caso de la Laguna de los Halcones (Madariaga)”, detalla Castro Berman.
En cuanto a las comunidades biológicas que fueron analizadas, los especialistas destacaron la importancia de las picocianobacterias. Este tipo de bacterias menores a 2 micrones, son un gran reservorio de diversidad biológica y, según el CONICET, en los lagos y lagunas de la provincia de Buenos Aires están presentes como en casi ninguna otra región del mundo.  
“Si hubiera una política de estado sobre medio ambiente, esta clase de informes serviría para imponer controles verdaderos”, reflexiona Castro Berman, que considera que su trabajo difícilmente llame la atención de algún funcionario de la Casa Rosada, a pesar de haber demostrado que se detectó glifosato en el 40 % de los lagos pampeanos.
El estudio, que fue publicado en el último número de la revista Science Direct, además incluyó un muestreo ambiental sobre lagos poco profundos de la Patagonia norte. Con el fin de compararlo con la situación de la Pampa bonaerense, “allí el herbicida prácticamente no se detectó debido a que no se trata de un área agrícola”.

El mito de las buenas prácticas

Para tratar de entender este modelo que prioriza la rentabilidad, por encima de la salud humana y del bienestar ambiental, quizá baste con citar a Luis Miguel Etchevehere. El ex titular de la Sociedad Rural Argentina. Ni bien asumió como ministro de Agroindustria, dejó un mensaje claro: “No pretendan frenar la producción en nombre de una imaginaria pureza ambiental”.
A pesar de que desde el 2015 la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, que depende de la OMS, afirma que hay pruebas de que el glifosato puede causar cáncer en humanos (linfoma no Hodgkin), dañar el ADN y alterar cromosomas, Etchevehere –y el 70 por ciento de los agricultores bonaerenses que destinan sus campos al cultivo de transgénicos– afirma que existe un “manual de las buenas prácticas” para poder fumigar.
“No es ni mejor ni peor que cualquier producto que tenemos abajo de la alacena de la cocina, del detergente, de la lavandina, del matamosquitos o matacucarachas. Si a esos elementos cotidianos se los manipula mal o los toma o se rocía, evidentemente les va a causar un daño”, llegó a decir el ahora funcionario.
Para Castro Berman, ese planteo no se condice con la realidad. “Si existen las ‘buenas prácticas’, ¿cómo puede ser que se encuentre glifosato en el 40 % de los lagos pampeanos?”, se pregunta.
En esa misma línea se posiciona su colega Damián Marino. El profesor en la UNLP, referente del Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA) e investigador del CONICET dice que “el cuento de las buenas prácticas es un argumento de las grandes compañías para no poner en cuestión el modelo productivo. Y estamos ante un modelo productivo que está desmadrado”.
El glifosato, que comenzó a ser comercializado por Monsanto bajo el nombre de Roundup hace ya casi cinco décadas, hoy es distribuido por todas las grandes multinacionales químicas (Syngenta, Basf, Bayer, Dupont, Dow Agrosciences, Atanor y Nidera) que son las que manejan buena parte de las ventas de semillas, la producción de agroquímicos y las patentes de los transgénicos del sector agroalimentario del planeta.
Según la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, una de cada cinco personas muere de cáncer en las zonas rurales del país –expuestas sistemáticamente a los plaguicidas–. Esta proporción es aún mayor en casos específicos, como por ejemplo en el pueblo entrerriano de San Salvador, donde fallecen una de cada dos. A esto se le suma que, desde hace años, un gran porcentaje de los chicos nacen con malformaciones o afecciones en la piel.
En Argentina, la región pampeana es hoy, la más expuesta a los efectos de la agricultura intensiva. A partir de los llamados “campamentos sanitarios” en los últimos años el médico y profesor Damián Verzeñassi (UNR) juntoa a colaboradores y alumnos, se ha encargado de estudiar la salud de 110 mil personas de 32 localidades expuestas al uso de agroquímicos. Desde el 2010, los “campamentos sanitarios” son una práctica obligatoria de la última materia que debe cursar y aprobar un estudiante de la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario para recibirse. Gracias este trabajo de campo reiterado, se comprobó que en todas hubo un incremento muy importante de los casos de cáncer que coincide con la llegada del modelo de producción transgénico dependiente del glifosato.
A raíz de la aparición de estos estudios, otra de las defensas que suele ensayar el sector agroindustrial es que los agroquímicos se aplican en propiedades privadas y que, en todo caso, los dueños tienen derecho. Según Castro Berman, “comprendés que eso tampoco es verdad cuando encontrás agroquímicos en lagos y lagunas, es decir, en espacios públicos y compartidos”.
Fuente:
Occurrence and levels of glyphosate and AMPA in shallow lakes from the Pampean and Patagonian regions of Argentina
Foro AmbientalDale con el Glifosato

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