lunes, 21 de enero de 2008

Son sucios, fétidos, feos y amenazantes.

Son sucios, fétidos, feos y amenazantes. Así son todos los arroyos del Tigre continental. Sucios, fétidos, feos y amenazantes. Y cuando digo todos, me refiero por supuesto a todos: el Claro, el Lola, el Darragueyra, Las Tunas, el Maldonado etc., todos.
Si bien hace poco hice una visita a casi todas estas mugrientas vías de agua, como ejemplo voy a tomar al arroyo Las Tunas.

El arroyo Las Tunas, nace en el Partido de Malvinas Argentinas en donde tiene una cuenca de 940 hectáreas, luego, se extiende desde la Ruta Panamericana (ramal a Escobar) hasta Los Polvorines. En el Partido de Tigre, tiene un recorrido de más de 15.000 metros y atraviesa tres populosos barrios: Ricardo Rojas, López Camelo y Las Tunas, desagua en el Canal Aliviador (Pista de Remo, río Reconquista).
Tanto el arroyo Las Tunas como su afluente el Darragueyra, hace ya rato que dejaron de ser incompetentes transportadores de las aguas pluviales, para transformarse en ductos de vuelcos de residuos industriales y urbanos. Una de las acepciones de la palabra arroyo, es la de “ambiente o situación miserable y de desamparo”. Esa es la sensación que nos produce la visión de estos zanjones inmundos. Se ha calculado que las extendidas comunidades de Malvinas Argentinas y Tigre, que viven a la vera de estos cursos de agua, arrojan diariamente a los mismos el 30% de los residuos cloacales que generan. A todo ello hay que sumarle la increíble cantidad de residuos domiciliarios, que son arrojados desaprensivamente en forma diaria en estos causes.
Otro capítulo del desastre, lo constituyen los vuelcos en estos canales, de residuos industriales sin tratamiento. Corresponde recordar, que Tigre es uno de los tres distritos mas industrializados de la provincia de Buenos Aires. En Tigre hay seis (6) papeleras y aquí se encuentran radicadas el 50% de todas las empresas dedicadas al tratamiento de residuos patogénicos de toda la provincia. En estos tristes zanjones, vuelcan papeleras, empresas que se dedican al tratamiento de residuos patogénicos y especiales, frigoríficos, químicas y fabricas de productos alimenticios.
Después de mucho pensar sobre este asunto, una de las formas que se me ocurren de evitar la convivencia con estos feos, sucios, fétidos y amenazantes zanjones, es la de que la comunidad toda, ciudadanos, industrias y organismos oficiales, se encolumnen detrás de un plan estratégico de saneamiento integral de la cuenca. Pero para que esto ocurra, antes, deberíamos tener uno, un plan. Y para que este plan funcione, antes deberemos dejar de tirar. Esa es la cuestión.

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