Los desastres ambientales, como la inundación catastrófica
ocurrida en la cuenca del río Luján en la provincia de Buenos Aires, no son
fenómenos que sucedan “naturalmente”, ni son consecuencias de “designios”
divinos. Ocurren por una conjunción de fenómenos meteorológicos con acciones e
inacciones humanas.
Uno de los factores que influye en el desastre en la cuenca
del río Luján es que aumentó la frecuencia de las lluvias intensas en la región
pampeana como consecuencia del problema del calentamiento global, producido por
las emisiones contaminantes de gases invernadero. Lo preocupante es que la
última comunicación nacional del país a la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre Cambio Climático, elaborada por científicos del Conicet y universidades
públicas pronosticó que la frecuencia de lluvias podría ser aún mayor para los
próximos 30 años.
Patricia Pintos |
Otro factor es que hay canales ilegales hechos en campos
privados cercanos a la cuenca alta del Río Luján. De esta manera, los
productores derivan los excesos de agua en sus campos hacia el río. Y ese
caudal aumentado avanza hacia la cuenca sur, pero se encuentra con obstáculos:
los territorios de humedales que servían de esponja para que el agua se escurra
ya casi no existen. En 2014, 9.200 hectáreas de humedales habían sido
transformados en barrios privados y countries, que implicaron también la
construcción de terraplenes y otras obras, que no facilitan el escurrimiento de
las aguas del Río Luján, según los trabajos de Patricia Pintos, del Centro de Investigaciones
Geográficas de la Universidad Nacional de La Plata.
Por el impacto de los diferentes factores, el caudal del río
-que recibió lluvias intensas y aguas de los canales clandestinos, y que no
pudo escurrirse en los humedales- terminó desbordándose por donde pudo. Así,
afectó a diferentes poblaciones, especialmente a los más pobres, que
generalmente habitan en suelos más bajos. A la complejidad del problema, hay
que agregarle el “individualismo político”: los 13 intendentes de los distritos
que son afectados por la cuenca del Río Luján toman sólo decisiones paliativas,
como generar reservorios de agua, hacer canales o limpiezas parciales.
Por los pronósticos de los científicos, el
problema de la inundación podría repetirse. Esto exige que las autoridades
políticas (más allá de sus diferencias partidarias) tendrán que reunirse cuanto
antes. Deberán usar el conocimiento aportado por los científicos y tendrán que
abordar el problema de manera integral: hay que ponerle frenos a los canales
clandestinos, limitar la transformación de los humedales que quedan, planificar
mejor el uso del territorio, y desarrollar planes de prevención para que la
próxima inundación no impacte dramáticamente en los más vulnerables. Será un
gran desafío entre seguir cediendo al interés de los negocios privados o
defender por fin la protección de los ciudadanos y el desarrollo sustentable.
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